Por más análisis, esfuerzo y sacrificio que se haga para sustentar un proyecto, siempre habrá una crisis a la vuelta de la esquina lista para acontecer, y cuando ésta se presenta hay quienes se paralizan y ven como el trabajo de meses se va en picada; mientras que unos cuantos logran darle la vuelta y convertir un fracaso inminente en negocios exitosos.
El oro para ser purificado debe pasar por el fuego, así como el ser humano necesita pruebas para pulir su carácter. Pero lo más importante es, ¿cómo reaccionamos frente a las pruebas?...
Una hija se quejaba ante su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida, estaba cansada de luchar y parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Ahí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:
- Hija, ¿qué ves?
- Zanahorias, huevos y café. Respondió.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Retiro la cáscara y observó el huevo duro. Por último le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, padre?”. Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua siendo fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil. El huevo llego al agua frágil y después su interior endureció. Los granos de café sin embargo eran únicos, pues después de estar en agua hirviendo, transformaron el agua.
“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?, ¿eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?
El oro para ser purificado debe pasar por el fuego, así como el ser humano necesita pruebas para pulir su carácter. Pero lo más importante es, ¿cómo reaccionamos frente a las pruebas?...
GRANO DE CAFÉ
Una hija se quejaba ante su padre acerca de su vida y cómo las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía cómo hacer para seguir adelante y creía que se daría por vencida, estaba cansada de luchar y parecía que cuando solucionaba un problema, aparecía otro.
Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Ahí llenó tres ollas con agua y las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó hervir sin decir palabra. La hija esperó impacientemente, preguntándose qué estaría haciendo su padre.
A los veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó las zanahorias y las colocó en un recipiente. Sacó los huevos y los colocó en otro. Coló el café y lo puso en un tercer recipiente. Mirando a su hija le dijo:
- Hija, ¿qué ves?
- Zanahorias, huevos y café. Respondió.
La hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que estaban blandas. Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera. Retiro la cáscara y observó el huevo duro. Por último le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras disfrutaba de su rico aroma.
Humildemente la hija preguntó: “¿Qué significa esto, padre?”. Él le explicó que los tres elementos habían enfrentado la misma adversidad: ¡agua hirviendo!, pero habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al agua siendo fuerte y dura. Pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil. El huevo llego al agua frágil y después su interior endureció. Los granos de café sin embargo eran únicos, pues después de estar en agua hirviendo, transformaron el agua.
“¿Cual eres tú?”, le preguntó a su hija. Cuando la adversidad llama a tu puerta, ¿cómo respondes?, ¿eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?
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